En pocas semanas habrá nuevos gobernadores en las provincias petroleras de Neuquén, Chubut, Río Negro y Santa Cruz, y sus llegadas ya anticipan un nuevo ciclo de desarrollo energético para la región y el país. En todos los casos, la mirada es despejar el camino para las próximas tres décadas en las que será necesario asegurar la explotación de los recursos hidrocarburíferos, financiar a partir de ellos la transición hacia nuevas energías y nuevas matrices productivas teniendo en foco las oportunidades que deje la transición energética.
Como parte de ese proceso que va a encarar cada provincia, hay una necesidad de articular con el futuro gobierno nacional la sanción de leyes claves para la inversión en el sector como son los proyectos ya en trámite de promoción de las cuencas maduras, y de producción de Gas Natural Licuado, incluso el de desarrollo de hidrógeno de bajas emisiones.
En este contexto, los mandatarios de Neuquén, Rolando Figueroa; de Chubut, Ignacio Torres; de Río Negro, Alberto Weretilnek; y de Santa Cruz, el gremialista petrolero Claudio Vidal, ya anticiparon retomar el diálogo con las empresas operadoras en las distintas cuencas para generar, nuevos acuerdos, incentivos y beneficios mutuos.
En el caso del gobernador rionegrino, adelantó que a partir de febrero se va a llevar adelante una negociación de todos los contratos de cuencas convencionales que vencen en el período 2025 y 2027, para incentivar la inversión, la producción y el empleo teniendo en cuenta parámetros perfectamente negociables como las regalías, ingresos brutos y aquellos aspectos que bajen los costos para tener la posibilidad de mantener el nivel de actividad.
Pero también se anticipa la promoción de los yacimientos no convencionales como parte de la formación de Vaca Muerta que le toca a la provincia, para lo cual se acelera la licitación de las áreas de Confluencia Norte y Sur.
Con la misma idea de evitar el declino y generar un nuevo vínculo contractual y un nuevo plan de inversiones con la extensión de los plazos, el gobernador electo de Chubut planteó la necesidad de lograr una política sectorial integral y un paquete de leyes consensuados con gobernadores electos, con la presencia de las empresas y los sindicatos para tener paz social, conscientes de los cuellos de botella dispuestos a hacer más competitivo y garantizar la sostenibilidad de cuencas ya maduras que le dieron muchísimo a la Argentina. Chubut precisamente, es la plaza fundacional de la industria petrolera Argentina, pero desde hace unos años está viviendo el desplazamiento no sólo de la inversión de las operadoras, sino de muchas empresas de servicios y sus trabajadores que migran atraídos por la dinámica del no convencional neuquino.
El gobernador neuquino plantea también un escenario de necesidades a pesar del volumen creciente de inversiones que recibe el no convencional de su provincia. Es que se trata ‑como Figueroa describe- de una provincia adolescente que crece con dolor porque su infraestructura social va por detrás de todo el movimiento que genera el desarrollo del gas y el petróleo. La búsqueda de nuevos acuerdos con las empresas apunta por un lado a generar mejores condiciones de negocios en temas de regalías, ingresos brutos (que depende de la provincia), también de facilitar la exportación de los recursos, la importación de insumos, la remisión de utilidades, pero a la vez de buscar la sustentabilidad social de la riqueza de esos recursos.
Como se plantea desde la provincia, el gran desafío es acelerar la extracción del gas y petróleo de todas las cuencas y crecer juntos. Vaca Muerta siempre se pone como ejemplo del derrame, ya que más de 1.500 pymes de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires son proveedoras de las operaciones en el terreno, del 35% de la renta petrolera, el 40% se coparticipa en todas las provincias y el otro 60% son recursos que se destinan las fuerzas federales, las jubilaciones y obras de infraestructura.

Santa Cruz, finalmente, encara una nueva etapa con la esperanza puesta en los resultados de los primeros pilotos que se están realizando el no convencional de la formación Palermo Aike, una segunda Vaca Muerta que permitiría generar recursos netamente de exportación a través de la infraestructura de transporte y los puertos ya existentes, tanto hacia el Atlántico como el Pacífico, para llegar a los mercados del sudeste Asiático o la costa oeste de toda América.
En conjunto, distintas estimaciones indican que para 2030 la industria de los hidrocarburos generará un superávit en la balanza comercial de unos US$ 20.000 millones, una segunda Pampa Húmeda sin riesgo climático que además posibilitará dar energía a todo el país y competitividad a la industria.