Sobreseen a gendarmes investigados por el caso Maldonado

El juez fed­er­al de Raw­son, Gus­ta­vo Ller­al, sobre­seyó hoy a todos los gen­darmes que eran inves­ti­ga­dos en la causa ini­ci­a­da por la desapari­ción y muerte del arte­sano bonaerense San­ti­a­go Mal­don­a­do, ocur­ri­da en agos­to de 2017 cuan­do se ahogó en el río Chubut “sin que nadie pudiera adver­tir­lo”, en el mar­co de un oper­a­ti­vo de desa­lo­jo de un corte de la ruta 40 que real­iz­a­ba la comu­nidad mapuche de Cushamen, infor­maron fuentes judi­ciales.

“Puedo afir­mar con abso­lu­ta certeza que ninguno de los suce­sos y ningu­na de las acciones humanas anal­iza­dos son sus­cep­ti­bles de ser con­sid­er­a­dos deli­tos, de los tip­i­fi­ca­dos por nues­tra ley penal”, sos­tu­vo el mag­istra­do en la res­olu­ción de 361 pági­nas en la que decretó los sobre­seimien­tos. 

La decisión judi­cial ben­efi­ció al gen­darme Emmanuel Echazú, que esta­ba acu­sa­do por la supues­ta desapari­ción forza­da de Mal­don­a­do, y a los agentes Juan Pablo Esco­la, Víc­tor Vaquila Ocam­po y Marce­lo Fer­reyra, quienes eran señal­a­dos por haber cometi­do deli­tos de daño, abu­so de autori­dad y omisión de los deberes de fun­cionario públi­co. 

Ller­al afir­mó que a los gen­darmes inves­ti­ga­dos y todos sus com­pañeros que par­tic­i­paron del oper­a­ti­vo de desa­lo­jo “ni siquiera se les puede diri­gir el reproche de un hipotéti­co aban­dono de per­sona en per­juicio de San­ti­a­go Andrés Mal­don­a­do, pues, tal como se dijo, no existe ele­men­to de prue­ba alguno que per­mi­ta sosten­er ese juicio de tipi­ci­dad y esa atribu­ción penal”.

En la mis­ma res­olu­ción con la que dis­pu­so los sobre­seimien­tos, Ller­al decidió “dejar sin efec­to la recon­struc­ción vir­tu­al y la peri­cia tec­nológ­i­ca opor­tu­na­mente dis­pues­tas a través del decre­to de fecha 28 de octubre de 2022”.

Mal­don­a­do desa­pare­ció el 1 de agos­to de 2017 durante un oper­a­ti­vo de Gen­darmería en el que fue reprim­i­da una protes­ta de la comu­nidad mapuche de la Pu Lof Cushamen en Chubut, por el reclamo de tier­ras ances­trales ubi­cadas entre la ruta 40 y el río Chubut. El cuer­po del joven fue hal­la­do 78 días más tarde 400 met­ros río arri­ba de donde había sido vis­to por últi­ma vez.

“La ver­dad se mostró sen­cil­la, sin fasci­na­ciones. San­ti­a­go esta­ba en el lugar donde lo vieron por últi­ma vez. Allí, él, sólo, sin que nadie lo notara, se hundió, en ese pozo en el que min­u­tos antes Lucas Ariel Naiman Pilquiman había evi­ta­do caer cuan­do se pro­pu­so cruzar el río luego de ani­mar a San­ti­a­go a realizar­lo”, escribió Ller­al.

El juez afir­mó que en ese lugar Mal­don­a­do “murió ahoga­do, sin que nadie pudiera adver­tir­lo, sin que nadie pudiera socor­rerlo. Ni los gen­darmes que los perseguían en medio del oper­a­ti­vo, ni los miem­bros de la comu­nidad a la que San­ti­a­go fue a apo­yar en sus reclam­os”.

El mag­istra­do luego escribió que “la deses­peración, la adren­a­li­na y la excitación nat­u­ral­mente provo­cadas por la hui­da; la pro­fun­di­dad del pozo, el espe­so rama­je y raíces cruzadas en el fon­do; el agua fría, hela­da, humede­ció su ropa y su calza­do has­ta lle­gar a su cuer­po”.

“Esa suma­to­ria de inci­den­cias con­tribuyó a que se hundiera y a que le fuera imposi­ble flotar, a que ni siquiera pudiera emerg­er para tomar algu­na bocana­da de oxígeno. Por la con­flu­en­cia de esas sim­ples y nat­u­rales real­i­dades, inevita­bles en ese pre­ciso y fatídi­co instante de soledad, sus fun­ciones vitales esen­ciales se par­alizaron”, afir­mó Ller­al.

A pár­rafo segui­do, dio por proba­do que “allí quedó su cuer­po atra­pa­do, engan­cha­do en el rama­je sub­acuáti­co den­so, que lo man­tu­vo inerte y ocul­to durante el tiem­po nece­sario para que, luego de su descom­posi­ción nat­ur­al inter­na, super­ara la pre­sión y la fría tem­per­atu­ra del agua, has­ta que se pro­du­jer­an los cam­bios de cli­ma”.

Además afir­mó que “sólo, tal como se hundió, sin que tam­poco en ese momen­to per­sona algu­na lo advirtiera, emergió en el mis­mo lugar, en el reman­so del río donde se había escon­di­do y se había pro­duci­do su sumer­sión”.

“En ese sitio, una rama de los mis­mos sauces donde quedó atra­pa­do, ofi­ció de sostén, lo con­tu­vo has­ta que se lo avis­tara y final­mente, se lo reti­rara”, sos­tu­vo el juez para luego ase­gu­rar que “la ver­dad es esa”.

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