Hace 210 días Alberto Fernández jugaba a pedir un lugar en el gobierno, si Cristina llegaba a ganar la presidencia. Estaba en una mesa de café con sus «amigos de la vida», como él mismo los define; Julito Vitobello, Eduardo Valdéz, Jorge Arguello y Guillermo Olivieri, entre otros, y el ahora presidente electo dijo: «Yo quiero ir a la embajada argentina en España».
Esa fantasía fue un lunes y cinco días después, un sábado, Cristina Fernández de Kirchner conmocionaba a todo el mundillo político con el anuncio de que no sería ella la candidata presidencial, sino que acompañaría como vice a Alberto Fernández.
En plena campaña entre las PASO y las generales, el postulante del Frente de Todos había dicho que Cristina iba a tener «cero injerencia» en la confección del Gabinete nacional, algo que no fue tan así y que el propio Alberto señala como producto de una síntesis de lo que fue la conformación del FdT.
La gran incógnita de mañana, cuando se presente públicamente el Gabinete, es quién se hará cargo de Ministerio de Hacienda, aunque queda claro que más allá de los nombres su equipo de decisiones lo integran Matías Kulfas, Cecilia Todesca y Guillermo Nielsen, como sus principales espadas económicas.
La gran mayoría de mujeres y hombres ministeriales ha trascendido, pero se abre un compás de espera sobre oficinas de gran repercusión institucional como la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), la Oficina Anticorrupción (OA) y la Unidad de Información Financiera (UIF).
La incógnita quedará develada mañana a las 18 horas cuando, en su bunker de Puerto Madero, Fernández dé conocer su Gabinete y luego ofrezca una conferencia de prensa. Lo hará sin Cristina y sin Sergio Massa, con la idea de empezar -ahora sí- a mostrarse como conductor único del Poder Ejecutivo.