Estimulado por el indudable éxito que tuvo el operativo de las 30 marchas del «Sí, se puede» en campaña, el Gobierno organizó una marcha de despedida del presidente Mauricio Macri, en la Plaza de Mayo, a las 18, con la idea de instalarlo como el «líder de la oposición», algo que la UCR y la Coalición Cívica tienen ganas de discutir.
Cambiemos, en sus cuatro años de gestión, se cuidó de organizar marchas, más bien sólo las estimulaba por lo bajo y por las redes sociales, su arma preferida de convocatoria y de comunicación.
Así fue como el 24 de agosto pasado, tras las PASO, la gente -convocada por las redes sociales- se congregó en forma multitudinaria en la Plaza de Mayo -tradicional lugar de las manifestaciones del peronismo- y Macri tuvo que ir presuroso desde la residencia de Olivos a saludar a la gente. Y se emocionó y lagrimeó.
Ese apoyo masivo motivó la organización de las marchas de campaña en 30 ciudades a un mes de las presidenciales, en las que mucho tuvieron que ver el actor Luis Brandoni y el director de Cine Juan José Campanella.
Las marchas fueron sumando repercusión positiva y empezaron a cobrar mayor importancia. Tucumán fue una de ellas y en el final de la campaña las de Córdoba y el Obelisco.
La efervescencia fue tal que algunos cerca de Macri pensaron que si hubiesen tenido dos semanas más de campaña en las calles, hubiese podido repechar la tremenda derrota de las PASO por 14 puntos.
El equipo de comunicación del jefe de Gabinete, Marcos Peña, comenzó a impulsar la idea de «Macri líder de la oposición», de forma de que el jefe de Estado saliente manejase la política interna de Cambiemos y los cargos en el Congreso, como así también la relación con el entrante, Alberto Fernández.
Pero la idea del alter ego de Macri choca con los deseos del titular de la UCR, Alfredo Cornejo, y de la CC, Maximiliano Ferraro, quienes rechazaron ese posicionamiento y dejaron en claro que el líder del PRO «será uno más en una conducción horizontal».
Hoy Macri será el único orador y piensa tender puentes puertas adentro de Cambiemos y hacia el Frente de Todos, para quedar como garante de la gobernabilidad en un Congreso, según la visión del PRO, «equilibrado».