Los desafíos de la movilidad eléctrica en la Argentina: “Hay que generar la infraestructura para tener un mercado de vehículos a nivel regional”

Así lo sos­tu­vo el econ­o­mista de la Uni­ver­si­dad Nacional de San Martín (Unsam) y de la Uni­ver­si­dad Aus­tral, Gabriel Miche­le­na, luego de pre­sen­tar el informe “Hacia una inte­gración sostenible: el poten­cial de la elec­tro­movil­i­dad en Améri­ca Lati­na y el Caribe”, que real­izó jun­to con Patri­cia Ian­nuzzi y Mag­dale­na Barafani.

La tran­si­ción del sec­tor auto­mo­tor con­ven­cional a uno con pre­dom­i­nan­cia de vehícu­los eléc­tri­cos requiere de “políti­cas públi­cas” para que se con­crete de man­era “pro­gre­si­va y armóni­ca”, y ayude a la recon­ver­sión de la indus­tria y la fuerza lab­o­ral.

En una entre­vista con Télam, Miche­le­na planteó el panora­ma pre­sente de la activi­dad en la región y definió posi­bles políti­cas públi­cas para reducir la brecha con los país­es cen­trales, tras la pre­sentación del estu­dio real­iza­do para el Insti­tu­to de Inte­gración de Améri­ca Lati­na y el Caribe del sec­tor Inte­gración y Com­er­cio del Ban­co Inter­amer­i­cano de Desar­rol­lo (BID-Intal).

Télam: ¿Cómo se ubi­ca Améri­ca Lati­na en el mer­ca­do inter­na­cional de la elec­tro­movil­i­dad?

Gabriel Miche­le­na: En el mun­do de los vehícu­los eléc­tri­cos hay tres grandes jugadores: Chi­na, que con­cen­tra casi el 60% de las ven­tas y la Unión Euro­pea y Esta­dos Unidos tratan­do de subirse a ese tren. Chi­na tiene alrede­dor del 70% de la capaci­dad de pro­duc­ción de baterías, que hoy es el prin­ci­pal insumo de los vehícu­los pura­mente eléc­tri­cos.

“Améri­ca Lati­na viene muy a la zaga. Se vendieron sola­mente 30.000 unidades de vehícu­los eléc­tri­cos en 2022, con lo cual es un sec­tor suma­mente incip­i­ente (en el mun­do se vendieron 10,2 mil­lones). Está recién empezan­do a dar sus primeros pasos. Se pro­ducen vehícu­los a una escala baja en for­ma muy espe­cial­iza­da, pero no es una indus­tria que hoy sea sig­ni­fica­ti­va, pujante y la región ahí tiene un desafío. Hoy el cam­bio tec­nológi­co se está dan­do en otro lado, en Chi­na y en los país­es desar­rol­la­dos, y la región tiene una indus­tria auto­motriz con­ven­cional, a com­bustión inter­na, que podría ser desplaza­da por el sec­tor de vehícu­los eléc­tri­cos en la medi­da que se tomen políti­cas de trans­for­ma­ción o mit­i­gación para hac­er ese pro­ce­so lo más suave posi­ble”.

Gabriel Miche­le­na, econ­o­mista

T: ¿Esas políti­cas sur­girían a través de la coor­di­nación entre los país­es de la región?

GM: Total­mente. La escala es el ele­men­to clave para desar­rol­lar esta indus­tria, hoy la tiene Chi­na y en menor medi­da la Unión Euro­pea y Esta­dos Unidos. Nosotros no la ten­emos y eso plantea var­ios desafíos en tér­mi­nos de políti­cas públi­cas. Uno, es gener­ar la infraestruc­tura para escalar un mer­ca­do de vehícu­los eléc­tri­cos a niv­el region­al. El otro es bus­car polos de espe­cial­ización. Por ejem­p­lo, la Argenti­na pro­duce autos que muchas veces son pare­ci­dos o los mis­mos que pro­duce Brasil, que a veces son los mis­mos o pare­ci­dos a los que pro­duce Méx­i­co. El planteo sería que los dis­tin­tos seg­men­tos se puedan pro­ducir en alguno de los país­es, pero que se genere la may­or can­ti­dad de escala posi­ble. El ries­go es caer en esa tram­pa que cada país quiera pro­ducir todo y que lo que teng­amos sean autos caros que no va a quer­er com­prar nadie.

T: Toda esa inver­sión tiene un cos­to. ¿La Argenti­na y Améri­ca Lati­na están en condi­ciones de afrontar­lo?

GM: Armar la infraestruc­tura requiere una inter­ven­ción públi­ca may­or, pero esta­mos hablan­do de un mer­ca­do donde los jugadores son en gen­er­al empre­sas multi­na­cionales. Se tra­ta de gener­ar cier­tos incen­tivos para que pro­gre­si­va­mente el mer­ca­do vaya ganan­do pro­fun­di­dad y dimen­sión. El desafío está en cómo atraer esos cap­i­tales y desar­rol­lar una indus­tria region­al. La pre­condi­ción es ten­er una dimen­sión del mer­ca­do sig­ni­fica­ti­va. Si el mer­ca­do es chico, nadie va a quer­er venir a inver­tir mil­lones de dólares para pro­ducir vehícu­los eléc­tri­cos en la región. Las políti­cas se pueden tomar en tér­mi­nos de ofre­cer una coop­eración públi­co- pri­va­da y tratar de no tomar medi­das dis­tor­si­vas.

“Las empre­sas, cuan­do miran los mer­ca­dos, miran cuán­tos vehícu­los se pueden vender y si efec­ti­va­mente tienen capaci­dad de recu­per­ar ese retorno en un pla­zo deter­mi­na­do. Para país­es como la Argenti­na, con una gran inesta­bil­i­dad macro­económi­ca, eso puede resul­tar una bar­rera ini­cial”.

T: En los debates sobre elec­tro­movil­i­dad par­tic­i­pan pro­fe­sion­ales, fun­cionar­ios, con­sul­tores, pero se nota la ausen­cia de las ter­mi­nales auto­motri­ces y las autopartis­tas. ¿A qué se debe esa ausen­cia?

GM: Yo vivo en la Argenti­na y creo que aquí la indus­tria auto­motriz local todavía está tratan­do de enten­der hacia dónde ir. El ex Min­is­te­rio de Desar­rol­lo Pro­duc­ti­vo llevó a cabo hace unos años un proyec­to de ley que implic­a­ba hac­er una especie de restric­ción a las ven­tas de autos a com­bustión inter­na en el largo pla­zo. Eso gen­eró algu­nas que­jas del sec­tor pri­va­do porque lo veían como un obje­ti­vo muy ambi­cioso. Final­mente, ese proyec­to se cayó, aho­ra hay otro dan­do vuelta. La dis­cusión está, pero no fue sal­da­da, sino que sigue en desar­rol­lo.

T: ¿Qué deberían hac­er en ese caso los gob­ier­nos?

GM: Me parece que el desafío en tér­mi­nos de políti­cas públi­cas con­siste en pen­sar en una tran­si­ción lo más pro­gre­si­va y armóni­ca. Lenta, pero pro­gre­si­va, para per­mi­tir que la indus­tria se recon­vier­ta y que la fuerza lab­o­ral tam­bién se pue­da recon­ver­tir a un nue­vo tipo de tar­eas que requiere este nue­vo par­a­dig­ma tec­nológi­co. Si eso se hace en for­ma abrup­ta, se perderían empleos. Eso no va a ten­er apoyo social, los sindi­catos se van a que­jar y se puede perder el pro­pio apoyo a la políti­ca. Entonces, lo ide­al es que las políti­cas se vayan desar­rol­lan­do en for­ma pro­gre­si­va a lo largo del tiem­po y per­mi­tan que esa tran­si­ción sea lo más suave posi­ble.

* Marce­lo Bátiz para Télam

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