Una de las obsesiones del gobernador electo de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, son los números del Tesoro de la gobernación, ya que quiere saber si podrá pagar los sueldos y los aguinaldos de los estatales a fin de año. La sorpresa fue que en su reunión con la mandataria detectó que hay un déficit que oscila en los 80.000 millones de pesos.
Como si fuese poco, Kicillof afirma también que en los próximos cuatro años hay vencimientos de deuda por US$9000 millones y en enero próximo, a días de asumir, ya un primer vencimiento de US$570 millones.
Por eso, le dio instrucciones a su mesa chica -Augusto Costa y Carlos Bianco, quienes colaboraron con él en el Ministerio de Economía en la agonía del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner- y les dijo que la prioridad será pagar salarios y enmarcarse en el Plan contra el Hambre impulsado por el presidente electo Alberto Fernández, y que consiste en una canasta básica de alimentos con un precio “reperfilado”.
El otro objetivo es recomponer la tensa situación que deja Vidal con los sindicatos de la educación, especialmente con Suteba, el gremio de Roberto Baradel, a quien el gobierno macrista provincial lo eligió como blanco de continuos ataques,
Baradel ya anticipó que quiere una actualización por la pérdida salarial de estos años y Kicillof está de acuerdo y, en esa dirección están haciendo números para ver cómo será y en qué plazos, aunque se descuenta que ni bien asuma habrá anuncios para el sector.
Otro eje del gobernador electo es que ya le ha dicho a Vidal que no saque un peso del Banco Provincia para tener disponibles los recursos para los salarios y aguinaldos de fin de año.
Y Kicillof tiene un plan especial para el Banco Provincia: volcarlo a la producción y al apoyo a las pequeñas y medianas empresas, de forma de ayudar a la reactivación económica y estímulo del consumo.
El gobernador reunió a los intendentes peronistas en el Tigre, junto a quien será presidente de la Cámara de Diputados del Frente de Todos, Sergio Massa, y les dijo lo mismo que a Vidal: las cuentas públicas gubernamentales indican que «es tierra arrasada» y, por lo tanto, la situación en la que asumen no será la mejor teniendo en cuenta la expectativa que despertó su triunfo por 14 puntos porcentuales.
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