A diferencia del armado que hizo Alberto Fernández en el Gabinete nacional, en busca de contener a todos los sectores del variopinto Frente de Todos, Axel Kicillof arma en extremo secreto un Gabinete bonaerense -no hay aún fecha de presentación pública- sólo conformado por ex funcionarios de su gestión como último ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner y militantes del kirchnerismo duro.
Kicillof piensa que el contundente resultado del 27 de octubre -ganó por el 52,40% contra el 38,28% a la entonces imbatible María Eugenia Vidal, incluso con votos por encima del presidente electo Alberto Fernández-, le da un plus singular para conformar un gobierno propio.
El futuro gobernador piensa que los votos logrados son solo de él y que no le debe nada a nadie. Ese pensamiento, traducido en poder, no solo se expresa en el Gabinete y el resto de la grilla de funcionarios provinciales, sino que además tiene el propósito de emular a Cristina en el Parlamento e ir por las conducciones de la Legislatura.
Es decir, quiere mujeres y hombres de su íntima confianza en la Cámara de Diputados -sería el kirchnerista de paladar negro Carlos «Cuto» Moreno- pese a que el presidente podría ser Federico Otermín (alineado con el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde) y en el Senado -Teresa García, quien estuvo cerca de Antonio Cafiero, Carlos Ruckauf, Felipe Solá y Aníbal Fernández y en algún momento se barajó que podía ocupar el Ministerio de Gobierno.
«Pero, a diferencia de Cristina, Kicillof no es un líder -hasta ahora al menos», dicen en el PJ bonaerense, extrañados con los métodos y las formas del gobernador electo, quien en campaña se cansó de decir que «no» es de La Cámpora.
De esa forma, los K Augusto Costa y Carlos Bianco, quienes estuvieron con Kicillof en el Ministerio de Economía, serán sus «ojos» y sus «oídos». El primero en el área económica y de producción y el restante como jefe de Gabinete. Después viene el resto de funcionarios.