La segunda ola de la pandemia por coronavirus coincidió con la reaparición de dos figuras de peso en Juntos por el Cambio (JxC) como la exgobernadora María Eugenia Vidal y el expresidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó
Ambos dirigentes realizaron en las últimas horas un programado raid televisivo mediante el cual buscan instalarse nuevamente en el candelero político opositor. Vidal, con un discurso ambiguo, sin definiciones categóricas, defendiendo su gestión de cuatro años en la gobernación de Buenos Aires (2015-2019) y apuntando a su sucesor Axel Kicillof y al presidente Alberto Fernández.
La exministra de Desarrollo Social y también exvicejefa de la Ciudad de Buenos Aires no dio pistas de su futuro electoral -es tentada por Rodríguez Larreta para encabezar la lista de diputados nacionales en las legislativas y obturar así la aspiración de Patricia Bullrich, la titular del PRO, a acceder a esa postulación- y reitera en cada entrevista que en JxC «no hay jefes»,. aunque pondera cada vez que puede al actual Jefe de Gobierno.
Monzó, en cambio, marcó diferencias al impulsar como presidenciable al jefe de Gobierno porteño, con el eufemismo de que es un «estadista comprobado» y que lo de Macri fue una «mala gestión» nacional porque «faltó experiencia política» y solo fue «marketing».
El dirigente bonaerense dijo que competirá en las PASO de este año para diputado nacional con la idea de ser candidato a gobernador en 2023 por el espacio. Ya avisó que el futuro candidato a mandatario provincial debe ser de la provincia y no venir de afuera, como se rumorea con Diego Santilli actualmente y ocurrió en su momento con María Eugenia Vidal.
De paso, Monzó elogia reiteradamente al sempiterno intendente de San Isidro, el radical de cuna Gustavo Posse, a quien ve como un buen acompañante en la fórmula para dentro de dos años.
Por las dudas, anticipándose a posibles críticas, también rechazó que piense unirse a la quijoteada del hoy enojado dirigente bonaerense Florencio Randazzo, quien arma una ambulancia en la provincia de Buenos Aires para sumar peronistas desencantados con Kicillof, Fernández y el kirchernismo.