El martes se produjeron por lo menos dos contactos entre los gobiernos saliente y entrante a través del jefe de Gabinete en ejercicio, Marcos Peña, y quien será su sucesor, Santiago Cafiero, en los que se convino en que el líder de Cambiemos le entregará el poder a Alberto Fernández en el Congreso, como pidió el Frente de Todos, el 10 de diciembre.
Era un secreto a voces que Macri, en su intimidad, no quería saber nada con ponerle la banda y entregarle el bastón de mando a Fernández en la Casa de Gobierno, no porque pensase que el bastón pergeñado por Juan Carlos Pallarols estuviese engualichado o porque le gustase retornar el protocolo de antiguos gobernantes, sino porque no le cerraba la idea de irse por última vez de la Rosada en medio de una marea peronista. Y hasta temía pasar un mal momento.
Por eso cuando Cafiero le propuso a Peña hacer todo en el Congreso, ante la Asamblea Legislativa, el alter ego de Macri no dudó: podría satisfacer los deseos de su jefe, aunque mantuvo en suspenso su respuesta y recién respondió en la segunda reunión -ambas secretas y que trascendieron hoy- que el presidente saliente había dado su acuerdo.
De esa forma Macri se sacó un peso de encima y el 9 de e diciembre será su ultimo día en la Casa Rosada.