Vienen tiempos de trabajo para los legisladores del Congreso. Parece que no habrá vacaciones esta vez. El presidente electo Alberto Fernández quiere que apenas 48 horas después de asumir, el 10 de diciembre, los diputados empiecen a tratar el presupuesto, ya que considera que es una herramienta fundamental para pergeñar su política para el año siguiente, que hará eje en contener la grave situación por la que atraviesan los sectores más vulnerables y, al mismo, tiempo para la caída de la economía y empezar a ponerla en marcha. 

De esa forma, Fernández decidió convocar a sesiones extraordinarias del Congreso el mismo día de su asunción, para que dos días después empiece el trabajo de los integrantes de la Cámara baja, en el que hay paridad en los bloques oficialista del Frente de Todos y de Cambiemos. Aunque el FdT podría alcanzar quórum merced a los votos de bloques provinciales pequeños.

El anuncio lo hizo una de sus espadas mediáticas, el diputado radical devenido en kirchnerista Leopoldo Moreau, quien anticipó que «se va tratar el presupuesto nacional desde el 12 de diciembre y en enero vamos a seguir trabajando con algunas leyes”.

Moreau dijo que ese tema fue conversado con Alberto Fernández cuando esta semana visitó la Cámara de Diputados para dar apoyo a la entronización de Máximo Kirchner como jefe de la bancada del Frente de Todos. 

Respecto a otros temas que se podrían enviar en enero a extraordinarias, el diputado sostuvo que “no se explicitó la agenda pero sí lo del Presupuesto porque es vital”, aunque uno de ellos podría ser la tan meneada Ley de Góndola, que tiene media sanción y  busca fomentar la competencia de marcas, aumentar la participación de pymes y de la economía popular y bajar precios a los consumidores, y abarcaría a 13 supermercados que hasta tienen el manejo de los precios de los precios a discreción.

“Tenemos que funcionar con cierta homogeneidad para darle las herramientas a Alberto”, subrayó Moreau, respecto al alineamiento de la bancada peronista y la sumatoria de bloques aliados, ya que la idea es que las leyes que se sancionen salgan con la mayor cantidad de votos posibles, por lo que se buscará consensos con todo el arco opositor.

El primero de enero de 2002 Eduardo Duhalde se hacía cargo de la presidencia, en medio de un estallido económico y social, con la caída de la convertibilidad, la implementación de un corralito bancario y la salida de la gente a las calles a pedir «que se vayan todos», en repudio a la clase dirigente, en especial la política. Fue en ese enero que el Congreso sesionó en extraordinarias. Fue la última vez en casi 20 años.