Elisa “Lilita” Carrió, fiel a su estilo, anunció con bombos y platillos que se va de la política nacional.

Claro, ni en la Coalición Cívica le creen. Es que, si bien renunció con fecha 1 de marzo a su banca de diputada nacional –o sea que seguirá cobrando la dieta durante cuatro meses más- Carrió ya tiró el primer misil antes de irse: advirtió en una reunión de mesa chica de Cambiemos que si un diputado (electo), al que tiene sospechado, intenta encabezar la jefatura del interbloque de la coalición en la Cámara Baja, hará explotar todo.

Tanto el presidente Mauricio Macri como Marcos Peña, Alfredo Cornejo, Gerardo Morales y Horacio Rodríguez Larreta miraron hacia un costado cuando “Lilita” lanzó la advertencia: ladearon la vista hacia la silla que ocupaba la gobernadora saliente María Eugenia Vidal, quien a principios de año –cuando Macri le negó anticipar las elecciones a gobernador- selló con Marcos Peña que su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, sea el presidente de la Cámara de Cámara de Diputados, si ganaba Cambiemos.

Las balas de Carrió le picaron cerca a Vidal, quien respondió con un largo silencio.

La gobernadora saliente sabía muy bien de qué hablaba la líder de la Coalición Cívica porque en medio de esas denuncias –acusaba a Ritondo de hacer espionaje y perseguirla- lo bancó una y  otra vez.